¡Hablemos de Literatura infantil!

"Para que un maestro logre mostrarse como un apasionado de la literatura, tiene que ir más allá de saber la asignatura, desbordar el currículo y los libros de texto, atravesar las fronteras de la escolaridad"

Fernando Vasquez

lunes, 23 de abril de 2012

Posición Personal- sobre el ensayo de Lolo Rico

Existe una polémica sobre si se puede o no hablar, en verdad, de literatura infantil. Lolo Rico, ensayista y narradora española, sostiene que basta con hablar de literatura a secas pues «los libros infantiles: o son literatura, en cuyo caso sobra lo demás, o son infantiles, y entonces no hay que preguntarse si son verdaderamente literatura».  Discute acerca de si hay una literatura infantil o una literatura al alcance de los niños. Y cuando se refiere al término literatura, advierte sobre «el peligro de menospreciar las capacidades intelectuales y sensibles del niño, destinándole un conjunto de publicaciones de dudosa calidad literaria o artística, textos ñoños que atentan contra la inteligencia y la sensibilidad del ser humano, ya sea niño o adulto».
 Su posición es muy acertada, porque la opinión de los niños no interesa, menospreciamos su capacidad para interpretar la realidad y no les enseñamos a ser críticos. En estos tiempos lo que necesitan algunos padres y docentes es que estén entretenidos; bien sea con libros muy bien ilustrados que no les genera ningún esfuerzo cognitivo, dónde  poco a poco los niños pierden el hábito lector; porque este  no les crea  inquietudes y deseos por conocer e imaginar. Aquellos que se proponen a los pequeños lectores no son los adecuados siempre se busca lo didáctico; aquí se  encubre un rechazo por la auténtica cultura, por aquella que personaliza y da libertad al enseñar a pensar por uno mismo.
De esta forma, los niños no reciben conocimientos, los verdaderos conocimientos, de los libros ya que estos, además de serles impuestos, no corresponden ni con sus deseos ni con sus necesidades. No son el resultado de su propia experiencia. La anterior situación es verdaderamente preocupante, y más cuando “los niños son lo de menos” prima más la comercialización y las ganancias que puedan tener los editores, porque ni siquiera el autor tiene voz y voto para no permitir que se manipule y modifique su obra; que ya no sería literaria sino convertida en un proyecto editorial transformado, con un número determinado de páginas, con un lenguaje simplificado. Frases cortas formadas a base de sujeto, verbo y complemento, vocabulario escaso y pobre. Lo que interesa es vender a los desesperados padres que sólo necesitan comprar para entretener, liberándose de la  tarea de ser críticos ante lo que si realmente sirve a sus hijos.

En conclusión, es una gran tarea la que poseemos los docentes que hemos tenido la oportunidad de poder identificar la literatura infantil; que verdaderamente privilegie a los niños de conocer lo desconocido, esforzarse por comprender lo complejo aunque no lo aprehendan en su totalidad, pero quedará la satisfacción de que dejarán una huella indeleble, que jamás la olvidarán, fruto de los verdaderos libros, y que más tarde conducen, de nuevo, a los verdaderos libros.

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